Al menos eso le dije yo a esa mezcla mutante entre una tortuga y... cualquier cosa fea y retorcida, que era - afotunadamente era - mi profesor de Calculo I y II. No dare nombres, no me gustaria recibir una carta de expulsion de la universidad por hablar cositas en el blog. Como si alguien se metiera a esta murge. La verdad pense que sentandome y escribiendo a mi cabeza vendrian miles de ideas las cuales yo escribiria. No sucedio.
Me demore 4 minutos en empezar a escribir de nuevo.
El otro dia iba por el centro y se me ocurrio comprarme una baston. Llegue a una tienda estupida que se lamaba "Cosa de la casa" o algo por el estilo. Pregunte por bastones y ante mi asombro, me señalaron algo parecido a un bote de basura lleno de bastones. $1200 pesos que segun yo, lo valian.
Camine con mi nuevo juguetito, tome la micro y me fui para mi hogar. Estaba en Los Angeles y al otro dia tenia clases, asi que me tube que ir antes de la once. Fue entonces cuando decidi estrenar mi nueva condicion: LISIADO.
Al caminar con ese pedazo de madera pintado de rojo acaramelado y con un diseño de dragon que dejaba mucho que desear, lo primero que note fue que era mucho mas lento. Creo que deberia haber pensado en eso, pero no se, en mi mente retorcida y degenerada tenia la idea de que los cojos eran mucho mas habiles que los mortales comunes y corrientes.
Luego me di cuenta de un detalle aun mas molesto: a gente te mira. Te mira y te miran tu pierna. Creo que desde que pasabamos por afuera del Liceo Experimental el año pasado que no me sentia tan observado. Por unos segundos pense - y lo vi como una gran ventaja - que la gente me daria limosna y que podria comprar muchisimos bastones con ese dinero. Pero despues me di cuenta que en al triste realidad, la gente no le da dinero a los niños cojos. Que injusticia.
Me subi al bus de mi flota amiga, con destino a mi ciudad natal, Concepcion. Cuando subia las escaleras del bus tube cuidado de no desmotrar que tenia la pierna buena. Viaje 1 horas y media y llegue a destino. Baje del bus y parti rumbo a tomar la micro. Y es aqui donde, supuestamente, todos mis esfuerzos se verian recompensados. La ley obliga a los pasajeros de microbuses a darle amablemente su asiento a: embarazadas, ancianos, indigenas, esquimales y lisiados. Todo bien. Mi plan marchaba tal y como lo habia pensado. MUAHAHAHAH.
Me subi a la micro (Ruta las Playas), haciendo el maximo escandalo para mostrarle a todos los ineptos que estaban sentados, que yo era un pobre chico con una pierna mala. No se como cresta mostre el pase de estudiante, pague y me afirme en el baston al mismo tiempo, pero lo hice. Me di media vuelta para ver quien se estaba parando para que yo pudiera afirmar mis gluteos en ese agradable acolchado de micro... pero nada. Ni un pobre pelagato me dio la mierda de asiento. Como cresta nadie penso: "Pobrecito, ¡le debe doler su pierna! Le dare mi lugar...". A pesar de las miles de millones de sinpasis que hacian mis neuronas a cada segundo, no podia razonar que nadie tubiera a gentileza de ayudarme. Pobre de mi. Pobrecito lisiado.
Me baje de la micro, le escupi a micrero y me fui corriendo. Luego llore mucho rato y me quede dormido. Fin.
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